21 jun 2010

II Carrera Norte vs Sur (10 Km)

Englobada dentro de mi calendario de carreras, la II Carrera Norte vs Sur se me antojaba con cariño, junto a la Liberty del año pasado fue de las primeras que hice y disfrute en mi vuelta al mundo del correr. Estaba planificado que fuera mi cierre de esta temporada, dando paso al descanso de unas tres semanas para recuperar fuerzas en beneficio de la siguiente.

La verdad es que he de reconocer, que una vez superado el reto planificado para esta temporada durante la San Silvestre Vallecana, que era bajar de los 40 minutos en los 10 Km, me había relajado demasiado en los entrenamientos y descuidado la mayoría de días de series, presumiendo de novato en mi "primer" año.

Así que llegada la fecha nos dispusimos a afrontar esta carrera de igual manera que afrontas la última serie: algo cansado pero paradójicamente con fuerzas de reserva por ser la última.

Una vez colocado a unos 8 metros del arco de salida, se dió la salida y traté de colarme rápidamente para ganar puestos y alcanzar un ritmo óptimo de carrera. Durante los primeros kilometros logré un estado de concentración inmutable. Una vez llegado al avituallamiento, se noto que este año la organización se había puesto algo más las pilas: dos líneas de unos 20 metros con gente a ambos lados repartían tanto agua como vasos de Gatorade. Por mi parte opté por lo más cómodo, que era la botella de agua, trago por dentro y chorro por encima de la cabeza. Refrescado me seguía sintiendo ligero cuando rodeábamos la Puerta de Alcalá y por entonces me encontraba en cierto punto muerto, entre dos grupos de varios corredores. Algo más adelante acusé un pequeño dolor de tripa, que pedía parar. Haciendo caso omiso (sabía que era responsable hacerlo) apreté un poco más vislumbrando uno de los puntos fuertes del trazado: el mismísimo Diablo coronaba la cuesta del Ángel Caído una vez más, tratando de desafiar a cada uno de nosotros. La decisión de plantarle cara fue inmediata, manteniendo el ritmo de carrera y acortando zancada, fui recortando distancia al pasar al lado del Km 8. Cuando pase debajo del arco que señalizaba el último kilometro, y aunque normalmente no miro el crono, ya que me gusta correr por sensaciones, esta vez lo miré cuando marcaba los 37 minutos.

 La "desventaja" de un sprint rápido y de un (buen) crono inesperado.

Estaba en un tiempo magnífico para mí, pensé. Aumenté el ritmo ligeramente para alcanzar definitivamente al grupo de corredores que tenía por delante instándoles a cubrir los últimos metros con fuerza y valor, y casi instantáneamente giramos a la derecha para encarar la recta final. Tan solo unos metros más adelante vislumbre el Pensamiento Alegre y de manera sorpresiva mi cuerpo enchufó la inyección de adrenalina característica para esprintar. Que sensación tan indescriptible y placentera: te ves ligero, no pesas, los pies apenas rozan el suelo y parece que vuelas con una sonrisa en la cara mientras cruzas la meta debajo de una cifra que marca 39:19.

Un buen tiempo para cerrar mi temporada personal.

Felicitaciones a la organización, ha habido importantes mejoras desde el año pasado.
Dorsales, nos vemos dentro de unos meses, llega el tiempo de descanso.

¡Volveremos!

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Valoración final en
 El Calidómetro

15 jun 2010

Ruta Venezia

Esta ruta resulta curiosa, por un lado porque no creo que la pueda hacer todas las veces que quiera y por otro porque pensé que no tendría la oportunidad de hacerla. Y no es que se trate de una ruta con un kilometraje ultramaratoniano, sino porque esta ruta la hice por Venezia. 

Un ciudad dando la Bienvenida por doquier.

En el invierno del 2009 hicimos un viaje de auténtico placer, para pasar allí tan solo cuatro días. Uno de ellos, me permití el lujo de salir a rodar por la Serenissima, para mantener el buen ritmo que llevaba de camino a la San Silvestre Vallecana. Nuestro alojamiento, que por cierto recomiendo, en el hotel Antico Panada, se encontraba al lado de la majestuosa Plaza de San Marcos, el Salón de Europa. 

¡Bon giorno!

Con el Pensamiento Alegre durmiendo en la cama, salí a correr a eso de las 8 de la mañana; a esa hora ya te encuentras tanta multitud por la isla como a las 3 del mediodía, increíble. Curiosamente pensé que llamaría la atención corriendo por allí, pero extrañamente, sin haber ningún corredor más, pasé desapercibido como si fuera el Hombre Invisible de Herbert George Wells. Supongo que es más maravilloso a la vista contemplar el Palacio Ducal y los canales, que un corredor Español haciendo su entrenamiento diario.

Por miedo a perderme entre tanta callejuela intrincada decidí recorrer una pequeña parte de la Isla por uno de sus bordes.

Correr por Venezia: un auténtico placer (húmedo).


Tan solo algo más de 5 km, por miedo a perderme. Pero como dice mi tío "menos da una piedra y hace más daño". He de reconocer, que si te gusta la ciudad, es fabuloso correr por allí. Algún día espero poder repetirlo.




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12 jun 2010

II Carrera ASTAMON (6.700 m)

Un gran amigo (gracias Mickey) me avisó por sorpresa de esta carrera de la que no tenía ni idea. De improvisto me apunté casi dos días antes, y con cierta curiosidad ya que no la había visto anunciada en ningún sitio antes.

Cuando llegamos al sitio donde se celebraba, en Las Tablas al lado de Sanchinarro, aquello olía a carrera humilde de barrio, y caray, como se agradecen carreras así: gente muy implicada, buena atención por los organizadores... Me recordó a mis tiempos de atletismo infantil, esas carreras, de público no masivo con un carácter especial, acogedor, humano y lleno de emociones, quizá por las ganas y la ilusión con la que se preparan.

Para empezar destacar que la inscripción a la carrera era gratis, cosa poco frecuente hoy en día y que enaltece bastante a dicha organización, RUNAKAY: un hurra por vosotros. Casi nadie hoy en día "regala" carreras de este modo, como antaño ocurría. También la poca distancia que había que recorrer me llamó la atención dentro de la homogeneidad de los circuitos modernos: 6.700 m aproximadamente. Así que otro hurra para la organización.
En buena compañía: Schumy, Raúl y yo de izq a dcha.

De este modo recogimos mi dorsal y nos dieron dos más para mis amigos, que no habían podido apuntarse. Acto seguido, calentamos, estiramos y nos dirigimos a la salida.

Nuestra salida fue bastante atrás, no íbamos locos a hacer marca ni con unas ambiciones extremas, sino única y exclusivamente a disfrutar. Con un ritmo bastante ligero, me coloqué delante de Schumy y estuve atento de por donde se movía. Antes de la primera vuelta ya me había cogido y durante aproximadamente 1 km fuimos juntos, hasta que mis capacidades no daban tanto de si como las suyas y le dije que tirara. Así poco a poco, vi como se iba a alejando. Varios niños de menos de 8 años y situados al lado derecho ofrecían una botella como avituallamiento en la segunda vuelta.

Schumy, más fuerte de lo que él pensaba y yo.

Manteniéndome un poquito a ritmo la tercera vuelta al circuito (eran 3 en total) se me hizo más fácil que la anteriores. En la cuesta final, subí el ritmo, y la caldera como siempre, empezó a avivar por dentro. Vista al frente, y a falta de 600 m, visualizo mi pensamiento alegre, prueba inequívoca de la explosión interior: esprinto sin parar, pasando a varios corredores, con una sonrisa en la boca.
Cuando un pensamiento alegre es más fuerte que el cansancio.

En meta, botella de agua, zumo fresquito o del tiempo y fruta. Curiosa la colaboración desinteresada de McDonald's: la fruta, zumo y alguna cosa más era de allí y no vi publicidad alguna por la carrera.

El año que viene, si se puede, repetiremos.


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Valoración final en
 El Calidómetro