Es una carrera disfrutona. Y la más salvaje y dura que he conocido hasta ahora. 9 Km de naturaleza en estado puro con casi 5 Km seguidos de subida con fuertes y pedregosas cuestas. Y encima gratis con una organización estupenda, avituallamiento, fruta, chocolate y... ¡sopas de ajo!
De vacaciones por tierras de León, en La Bañeza, se me pasaba por la cabeza correrla pero no me decidía. Una visita a Orbigraf donde trabaja mi tío Toño me saco de dudas: -¿Me acompañarás no?.
¡Empezemos la temporada antes! Con tan solo unos 4 días de entreno después de la recarga de la batería anual y la aprobación del Mister Héctor Carmona, me lanzé a ello.
Llegados a Morla no dejo de ver corredores con medias compresivas y ataviados con elementos técnológicos que parecen más aparentar que servir. ¿Dónde quedó la naturalidad al correr? Hasta yo peco de tecnologías modernas. Calentamiento muy corto por el excesivo calor y le digo a mi tío que no se como voy a responder, que iré "tranqui", sabiendo que él irá por delante.
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Expectantes antes de empezar |
Es evidente que con 4 entrenos a la espalda no llevo excesiva confianza en mi mismo, al contrario que Carol, que junto a mi prima Gema nos acompañaron allí y sin dilación me dijo antes de la salida: "Disfruta".
La salida toma lugar a la manera tradicional en Morla, con la campana del pueblo. Es placentera desde ese mismo instante. Miro a Carol por última vez y su ojo en el objetivo me devuelve el saludo inmortalizandolo para siempre.
Tranquilo en la salida y para asombro mío, me encuentro como el primer año que la corrí allá por 2009, en las primeras posiciones sin apenas apretar como en otras carreras en Madrid. No quiero pecar de "lanzado", soy consciente de que debo reservar por las cuestas que ya empiezan a asomar el ojo. ¡Allá voy!.
Recordando el nombre del blog de Arturo, me pongo "Al tran tran" y comienzo a subir. Es realmente dura, pero el sufrimiento daría buena cuenta de mí un kilómetro más arriba, reflejo del buen estado (¿físico o psicológico?) en el que me encontraba. Tardo más en empezar a andar que el primer año pero llega un momento en el que tengo que hacerlo. El Cross de Morla fue la primera que me enseñó que hasta los corredores andan en las carreras de montaña. Tras adelantarme tres corredores, recupero el aliento y retomo el tran tran. Se que voy entre los 10 primeros y eso me motiva. Seguimos subiendo y subiendo. Aquello solo parecen cuestas, rocas, todo cuesta arriba, piedras, pendiente, ¿¡cuesta hasta leerlo eh!? Varios puntos de control están a lo largo del recorrido visualizando y anotando los dorsales que pasan por ellos. Es una carrera superbien organizada para un pueblo que no cuenta ni con 20 habitantes según me han contado. He visto carreras multitudinarias en Madrid peor organizadas.
Cojo al último corredor que me adelantó y nos animamos mutuamente, "ya queda menos". Con complicidad, ambos sabemos que nos referimos al final de las cuestas, no de la carrera. Quedan las bajadas y os aseguro que estas, las de Morla, no son para tomar un respiro y recuperar. Arriba en la cumbre suelto un gran suspiro y aprieto un poco mientras cojo la botella en el avituallamiento. Bebo un poco ya que llevo varios kilómetros como si me hubiera dado una ducha. Admiro todo el paisaje y no puedo evitar sonreír, ¡estoy disfrutando de nuevo! ¡Me encanta correr! La panorámica es impresionante, contemplando toda la subida que hemos realizado.
Comienza el descenso. Las llaman "Bajadas técnicas", por su desnivel y riesgo de lesión. Yo las llamo "Concentración al 110%". Miro escrupulosamente y en décimas de segundo cada hueco donde voy a plantar la zapatilla. Adelanto a un corredor mientras visualizo a dos más que habían subido las cuestas como auténticas máquinas. Curiosamente y para no entrenar por estos lugares y terrenos, bajo extremadamente rápido y seguro. Tan seguro como para no lesionarme, tan rápido como para acabar adelantando ante mi asombro a los dos espectaculares corredores que tenía delante. Les animo mientras paso junto a ellos. En cada tramo, cada 5 metros aproximadamente y durante toda la bajada, trato de frenarme un poco ya que voy superlanzado y no quiero acabar con consecuencias desastrosas. Creerme que estas bajadas pueden llegar a darte flato. Metros más adelante me escapo del último corredor unos 150 metros.
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Poderosas pendientes · Tío Toño, en plena subida · Impresionantes caminos |
El flato del final de la bajada no disminuye y me hace tener que bajar el ritmo y caminar unos 20 metros cuando veo la marca del KM 7. Miro atrás a sabiendas que me cogerá el de atrás, pero nadie aparece. ¡Vamos! Retomo el impulso y vuelvo a imponerme ritmo. El flato no cede a pesar de mis esfuerzos en la respiración y concentración, pero ahora no puedo parar. Paso por distintos puntos de control mientras empieza a verse más gente animandome. Eso me ayuda a seguir adelante. No logro quitarme el flato que tengo pegado al costado como una lapa y a pesar de eso no puedo evitar agradecerselo: -"gracias salaos".
KM 8, ya no queda nada. Empiezo a vislumbrar de nuevo el pueblo y aprieto más, nadie me sigue. Aprieto y aprieto, ya llego. Dentro del pueblo y a 100 metros giro a la derecha viendo a Carol y Gema atentas a mi llegada y al resto del pueblo. No hay sprint esta vez, no hace falta, abro los brazos sintiendo un placentero final mientras el viento y el calor de la gente acaricia al paso.
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El placer del corredor · La cara del triunfo |
¡7º con un crono de 46:33 ! No puedo tener la moral más alta en ese momento. Mi tío Toño llega en 10ª lugar un minuto más tarde y supercontento, fundiéndonos en un abrazazo.
Para terminar, ¿qué mejor que bañarnos en el río Eria? No dudeís en hacerlo si podeís, palabra de una fisoterapeuta (¡La mía!).
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¡GRACIAS chicas, Apoyo al 110%! |
Gracias Carol y Gema por recorrer kilometros con nosotros y aguantar allí hasta que llegamos.
Valoración final en
El Calidómetro