Eran uno, dos y... YA.
Aunque no es así como reza esa famosa canción en nuestro caso si. (¡Bueno vale con Carol si somos los tres, jejejeje!)
Hace tiempo que tengo ganas de hablar por aquí de
Athos.
La historia de Athos se remonta (en nuestra imaginación y lógica) a un cachorrito de galgo, color canela, que en sus ansias de disfrutar la vida, acaba escapándose de su lugar de nacimiento para posteriormente sufrir el atropello de un vehículo que le fracturaría el fémur y obviamente le haría vagar por la calle durante un par de meses y de manera solitaria en busca de alguién que le ayudara. Alguién le encontró (
gracias) y le llevó a la perrera de la Fortuna en Madrid (no podía tener mejor nombre como dice). Allí su fémur soldaría, no de buena manera, de forma natural, con la esperanza de que alguien le diera mejores condiciones que las de una perrera. Poco tiempo después,
Karol y Raquel, fundadoras de Dejando Huella, lo vieron y se quedaron prendadas de él. Lo recogieron, lo cuidaron, lo operaron y colgaron alguna foto de él con la que quizá, alguna persona se sentiría identificado o "enamorado" de aquel galguito cuyas energías y ganas de vivir le habían causado aquella situación.
Y ahí es donde entra Carol, mandándome vía email un foto de Athos vista en facebook. Llevábamos con ganas de adoptar un galguito y aunque en aquel instante no era el momento adecuado, nos quedamos prendados de él, de su mirada profunda que nos decía, "Dame solo un poco y yo te daré mucho más". Así lo hicimos. Tras un par de entrevistas con Karol y Raquel, vieron que nosotros y nuestro entorno eramos y era el adecuado para Athos. Carol y Karol dicen que siempre han visto una "conexión especial" entre Athos y yo, desde el primer paseo sin conocernos de nada. Y Carol sigue diciéndomelo.
Llegó a nuestra casa el 2 de diciembre, aún recuerdo los nervios que teníamos los dos. Con la patita aún sin apoyar, se amoldó perfectamente a nosotros, que nos volcamos con él. Poco a poco y con esfuerzo ha ido apoyando su patita ya soldada y aunque siempre tendrá una ligera minusvalía en ella,
a nosotros nos vale con verle feliz y con esa energía que reparte a borbotones.
No dudé en sacarle a correr conmigo. Desde el primer instante y al igual que cuando nos vimos por primera vez,
supe que aquello era algo que nos hacía felices, sobre todo al compartirlo juntos.
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Listos para disfrutar juntos |
Y es que Athos es alguien que me ha enseñado Otra Forma de Correr,
de afrontar adversidades, de disfrutar la vida, en definitiva, una
filosofía de vida que deberíamos copiar para muchas cosas. Algo no solo
innato en Athos sino en practicamente todos los de su especie.
Algo que los humanos hemos ido perdiendo poco a poco y no nos deja disfrutar al 100% de la vida, ese afán por disfrutar el momento, sin ambicionar demasiado, disfrutando de las cosas no materiales, que son realmente donde reside
LA AUTÉNTICA RIQUEZA DE LA VIDA, algo que jamás se podrá comprar: uno tiene que ganárselo y saber como hacerlo. No es fácil, pero si lo consigues, te conviertes en el HOMBRE MÁS RICO DEL MUNDO.
Athos derrocha energía y felicidad por igual y ver su cara cuando llego del trabajo y me pongo las zapatillas para ir a correr, es la cara viva de la esperanza, de la verdadera riqueza del que disfruta con las cosas esenciales y naturales que hemos ido olvidando en nuestra escalera hacia la "evolución" y hace que cada vez, nuestra especie sea la menos evolucionada y se aleje más de sus verdaderos orígenes.
Cuando crees que disfrutas corriendo, porque te sientes bien y hasta sonríes, sales con Athos y descubres la
VERDADERA FELICIDAD DEL CORRER. A veces me transmite tan buen rollo corriendo a mi lado y "sonriendome" que no puedo evitar estallar en carcajadas... de verdad, es algo digno de vivir.
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¡"Socios"! (¡Y grandes amigos!) |
Es cierto que muchas veces me cuesta e incluso tengo que tirar de él porque no entiende de momento porque corremos: como buen galgo, espera correr detrás de algo y no comprende la idea de correr sin más. Por eso digo que es un "picao": cada vez que aparece un corredor por delante acelera y hasta que no le pasamos no desaparece la intensa energía que arde en su interior. Una energía que día a día me transmite.
A falta de 500 metros para llegar a casa cuando ya vamos soltando, no puedo evitar mirar y decirle "te echo una carrera", para acabar esprintando los dos juntos como auténticos locos
al ritmo de Bad Boys de Whitesnake.
Gracias amigo, por enseñarme tantas cosas en tan poco tiempo. Te quiero "socio".