La cuarta edición de la carrera Liberty Seguros me trae muy buenos recuerdos y devuelve a mi cabeza sensaciones tan buenas acerca de porque volví a correr.
Después de unas intensas lluvias el viernes, el domingo, el sol salió resplandeciente y parecía anunciar un buen día. Fran y Carmen nos recogieron a las 7:50 de la mañana y fuimos hacia la C/ Goya. Allí recogimos el chip junto a Paco y su "Cachorro" (su cuñado) y practicamente nos dispusimos a calentar.
Es increíble como esta carrera ha ido creciendo poco a poco, desde su 2ª Edición que la sigo y es que gracias a su buen precio, excelente recorrido aunque duro y enorme organización, ha ido ganando adeptos y parece baticinar que será una de esas carreras que llegará a tener una participación ultramasiva.
Después de calentar, diversos tragos al Gatorade y me percató de que se me ha olvidado el SportBand, mi aférrimo compañero cronómetro. ¡Bien! ¡Soy un runner muy responsable!
Fran me deja el lector de su pulsómetro por si acaso me ayuda, pero da igual, he perdido el miedo al crónometro. Vamos a confiar en las puras sensaciones. Nos colocamos bastante bien en la linea de salida a unos 8 metros del arco y allí tengo un alegre encuentro con Jose Manuel, presidente de la A.D. Hortaleza de Atletismo y principal organizador del Trofeo y Carrera Menudos Corazones. Paco se coloca un poco por delante mía. Fran y yo nos deseamos suerte. Hago estiramientos y algun salto en mi sitio para conservar la temperatura a pesar del buen tiempo que reinaba, unos grados menos que el año pasado, pero es que recuerdo que la edición anterior fue... ¡muy calurosa!
¡Pum! Tras varios minutos allí colocados lanzan el primer pistoletazo para que salgan los atletas en silla de ruedas y después de unos 30 segundos el segundo. ¡Pum! Allá vamos.
Fran me deja el lector de su pulsómetro por si acaso me ayuda, pero da igual, he perdido el miedo al crónometro. Vamos a confiar en las puras sensaciones. Nos colocamos bastante bien en la linea de salida a unos 8 metros del arco y allí tengo un alegre encuentro con Jose Manuel, presidente de la A.D. Hortaleza de Atletismo y principal organizador del Trofeo y Carrera Menudos Corazones. Paco se coloca un poco por delante mía. Fran y yo nos deseamos suerte. Hago estiramientos y algun salto en mi sitio para conservar la temperatura a pesar del buen tiempo que reinaba, unos grados menos que el año pasado, pero es que recuerdo que la edición anterior fue... ¡muy calurosa!
¡Pum! Tras varios minutos allí colocados lanzan el primer pistoletazo para que salgan los atletas en silla de ruedas y después de unos 30 segundos el segundo. ¡Pum! Allá vamos.
De nuevo una buena salida, que no solo me permite vislumbrar y saludar de nuevo a Carol sino que en cuestión de pocos segundos puedo correr a un ritmo realmente cómodo, colocado por el lateral izquierdo. Según nos vamos acercando al tunél de la Puerta de Alcalá, como un corredor fetichista, tengo la necesidad de ir por el mismo lado que en la edición anterior y me voy pasando al lateral derecho. Encuentro un ritmo cómodo por debajo de 4 min/Km y en el pequeño repecho del túnel, las buenas condiciones físicas, dan fuerza y aliento para el resto de la carrera. Comienza la Castellana, nuestro querido, alargado, engañoso y amado "falso llano". Poco a poco, y paso a paso, trato de olvidarme de los Km, del tiempo y como si de una meditación se tratará, intento vaciar mi mente y hallar ese "vacío" en la cabeza que tanto me ayuda. Voy mirando hacia la izquierda tratando de encontrar la pequeña y delgada silueta de Héctor, primero amigo y luego responsable en gran parte de la condición física de mi cuerpo.
Llegado al avituallamiento, llevo un par de kilómetros con sequedad en la boca, a pesar de la buena hidratación y cojo una botella. Nada más dar el primer sorbo me atraganto e irónicamente el cuerpo, presa de un posible estado de alarma en el que me podía "jugar" la carrera empieza a alcanzar un estado de gracia incomprensible. El cuerpo sigue respondiendo bien, la respiración es perfecta y rítmica y pesar del atraganto no hay acuse de flato ni de nada parecido.
¡Fran a tope! |
Llegado al avituallamiento, llevo un par de kilómetros con sequedad en la boca, a pesar de la buena hidratación y cojo una botella. Nada más dar el primer sorbo me atraganto e irónicamente el cuerpo, presa de un posible estado de alarma en el que me podía "jugar" la carrera empieza a alcanzar un estado de gracia incomprensible. El cuerpo sigue respondiendo bien, la respiración es perfecta y rítmica y pesar del atraganto no hay acuse de flato ni de nada parecido.
Encontrarme y ver a Héctor antes de girar en Concha Espina, represento algo muy grande para mí y una motivación enorme para subir esa cuesta y afrontar la carrera lo mejor posible. Su preocupación día a día por mi estado de forma se hace patente en cada uno de sus mails y por eso, su sola presencia y sus palabras inyectaron un punto importante de adrenalina en mi cuerpo. ¡Gracias Héctor!
Subo esa cuesta maldita recordando la edición pasada y deseando que esos mágnificos atletas "no pinchen" en ella con sus bólidos. Así es, no encuentro ninguno por el camino.
Es cuando giro por Principe de Vergara cuando me pongo a hacer un esfuerzo mental más grande que físico. "Keep the faith" vuelve a la cabeza e imágenes de atras sobrevuelan la cabeza, alimentándola de motivación, de buenas sensaciones, de energía positiva. Entrecierro los ojos y me dejo llevar. Cuando menos me doy cuenta, no solo he cogido a otro grupo de corredores sino que voy ligero como una pluma (¡y no solo por la bajada!). ¡Qué maravillosa sensación! Me acompaña un compañero anónimo entonces (perdona que no recuerde ahora tu nombre) e intercambiamos palabras de lucha y ánimo. Al girar a la izquierda hacia Goya empiezo a sentir el "tonel" de adrenalina casi lleno a punto de desbordar. Así que decido abrir la válvula y a las palabras de "venga vamos", insto a mi compañero a seguirme y subo el ritmo en plena cuesta. Bendita adrenalina.
Como no hacerlo bien, con este GRAN EQUIPO |
Valoración final en