Con retraso llega esta entrada, aunque no tanto como los 6 años de zancadas que me llevaron decidirme a enfrentar esta mítica distancia. El cuerpo me lo pedía realmente y es que me parece muy importante respetar los "deseos" del mismo y a pesar de los comentarios con los que me he cruzado en muchas conversaciones, siempre dije que hasta que no me apeteciera mucho, no correría una Media maratón ni un Maratón.
Realmente el comienzo de todo esto fue en agosto del 2014 cuando salieron las primeras inscripciones a precio de lujo (16€) por parte de la organización y como antes dije, el cuerpo me dijo "Ahora es el momento".
Así que me lancé y quedé inscrito. Y ese día fuimos hacia alla, Javi, Fran, Lau y yo. Carol nos esperaría en linea de meta junto a Vane. La afluencia es enorme recordándome a todo el gentío agolpado en la San Silvestre Vallecana de cada año. Despedimos a Lau que se va a su cajón y yo me quedo uno más retrasado pero con Javi y Fran. Sabía que no iba buscando una marca, sino disfrutando de una experiencia diferente y un mayor kilometraje que haría más difícil sacar la electricidad de mi interior.
Y practicamente así fue. Pistoletazo de salida y empieza la fiesta. Veo a Dani Romero como va por delante con su magnífico estado de forma mientras me situo a la derecha como siempre, presto a sumirme en mi particular burbuja de paz interior. En torno al kilometro 3 me saluda alguien: "¡Qué pasa Juanqui!". El gran Carlos Barco aparece y me comenta que ha tenido un ligero percance en la salida, tropezón y caída al suelo con posterior herida en la mano. "¡Esto no va a poder contigo tron, venga dale duro!" le arengo. Y parece que surte efecto. Le grito que tire hacia delante con Dani y así lo hace.
El disfrute sería continuo kilómetro tras kilómetro y con encuentros increíbles. Adelanto un corredor al que saludo y me suena de algo: sería Manuel Eiras Rodríguez, el gallego que conocí años atrás en la Carrera de la Constitución de Barajas y con el que comparto algún kilómetro. Me despido de él tirando un poquito mas a sabiendas de que nos podemos volver a ver: 21 km son muchos. Ángel Samperio también sería uno de los buenos encuentros que tuve junto a su mujer Marta y el resto de su familia la cual llevaba tiempo sin ver. Disfrute y disfrute. Paso el km 10 en unos 39 minutos si no me falla la memoria. Los primeros 15 km pasaron como si fueran solo 5. Pero los últimos 5 se me hicieron 15 km. Esto define la sensación de tiempo que tuve en mi cabeza. Sin embargo las emociones positivas llegaban por cualquier lado. Al encuentro del Retiro y a falta de unos 5 kilómetros para el final, Jorge de Pedro me asalta con su poción gala de positivismo extremo: aquello no pudo ser más bueno. Sonrisa de nuevo, avanzo hacia la meta recordando que Carol está allí esperándome y Vane también.
Las sensaciones en el cuerpo no tienen nada que ver con un cincomil a los cuales estoy más acostumbrado. Algo de pesadez en las piernas y no dolor pero si sobrecarga muscular va haciendo mella en mí, pero no suelto prenda. Asciendo de Alcalá hacia la entrada del retiro cuando reconozco a mi amigo Mario en el corredor que me adelanta. "¡Vamos Mario!", le grito. Va muy concentrado, pero verle tan bien me anima más aún y mantengo la distancia con él. Entramos al Retiro y Helen, su mujer, le lleva al lado hasta el final.
La gran fiesta que es la media se convierte en una orgía desenfrenada de ánimos, aplausos... Los padres de Javi "Potro" Corredera también están allí animándonos, los papis de Fran... Veo a Carol a la derecha como siempre, cámara en mano y su infinita paciencia, sabiendo esperarme como nadie, estallo a sonreír mientras le dedico un fuerte sprint que me llevaría a cruzar la meta marcando un no pretencioso 1:25:12, en puesto 408 de la general y 140 de mi categoría, que me haría sentir plenamente feliz.
Llegaría al momentito Javi y luego Fran seguido por MacNacho, Lau y el resto del equipo. Disfruté la media pero aún después de haber pasado muchos días, no se si es para mí. ¡Viva esto de correr!
Realmente el comienzo de todo esto fue en agosto del 2014 cuando salieron las primeras inscripciones a precio de lujo (16€) por parte de la organización y como antes dije, el cuerpo me dijo "Ahora es el momento".
Los valientes que allá fuimos |
Y practicamente así fue. Pistoletazo de salida y empieza la fiesta. Veo a Dani Romero como va por delante con su magnífico estado de forma mientras me situo a la derecha como siempre, presto a sumirme en mi particular burbuja de paz interior. En torno al kilometro 3 me saluda alguien: "¡Qué pasa Juanqui!". El gran Carlos Barco aparece y me comenta que ha tenido un ligero percance en la salida, tropezón y caída al suelo con posterior herida en la mano. "¡Esto no va a poder contigo tron, venga dale duro!" le arengo. Y parece que surte efecto. Le grito que tire hacia delante con Dani y así lo hace.
El disfrute sería continuo kilómetro tras kilómetro y con encuentros increíbles. Adelanto un corredor al que saludo y me suena de algo: sería Manuel Eiras Rodríguez, el gallego que conocí años atrás en la Carrera de la Constitución de Barajas y con el que comparto algún kilómetro. Me despido de él tirando un poquito mas a sabiendas de que nos podemos volver a ver: 21 km son muchos. Ángel Samperio también sería uno de los buenos encuentros que tuve junto a su mujer Marta y el resto de su familia la cual llevaba tiempo sin ver. Disfrute y disfrute. Paso el km 10 en unos 39 minutos si no me falla la memoria. Los primeros 15 km pasaron como si fueran solo 5. Pero los últimos 5 se me hicieron 15 km. Esto define la sensación de tiempo que tuve en mi cabeza. Sin embargo las emociones positivas llegaban por cualquier lado. Al encuentro del Retiro y a falta de unos 5 kilómetros para el final, Jorge de Pedro me asalta con su poción gala de positivismo extremo: aquello no pudo ser más bueno. Sonrisa de nuevo, avanzo hacia la meta recordando que Carol está allí esperándome y Vane también.
Las sensaciones en el cuerpo no tienen nada que ver con un cincomil a los cuales estoy más acostumbrado. Algo de pesadez en las piernas y no dolor pero si sobrecarga muscular va haciendo mella en mí, pero no suelto prenda. Asciendo de Alcalá hacia la entrada del retiro cuando reconozco a mi amigo Mario en el corredor que me adelanta. "¡Vamos Mario!", le grito. Va muy concentrado, pero verle tan bien me anima más aún y mantengo la distancia con él. Entramos al Retiro y Helen, su mujer, le lleva al lado hasta el final.
Chorros de euforia |
"Estare siempre agradecido" (como diría Rosendo) |