El calor no debiera de ser un impedimento, sino el momento idóneo para darle la vuelta a la tortilla: cuando paremos no hay peligro de enfriarse, los músculos aguantaran más tiempo hasta que podamos estirarlos y recibiremos un tratamiento exclusivo de vitamina D que contribuirá a fortalecer nuestros huesos. El problema del sudor en cuanto a la deshidratación hemos de cuidarlo bebiendo lo suficiente, y con más frecuencia. Este aspecto se vuelve aún más importante de lo que lo es en esta época del año. Como siempre: antes, durante y después. Tenemos fuentes repartidas por cualquier ciudad que evitaran que carguemos con una botella. Planear una ruta específica para el verano acorde con alguna fuente en el camino puede ser una buena opción.
Marcarse una ruta alrededor de la zona de veraneo si hemos viajado, o mantener la que hacemos normalmente si seguimos en el mismo sitio que el resto del año de la manera más natural posible, cuidando estos aspectos que estamos mencionando. El golpe de calor por deshidratación puede causarnos mareos y una mala gestión interna de nuestra energía, debilitándonos y causándonos una sensación de pesadez y cansancio progresiva que nos impedirá seguir corriendo.
El tramo final del entrenamiento podemos realizarlo en la misma playa si tenemos la suerte de contar con una. Un gran ejercicio de propiocepción sería caminar por la arena y podemos correr por ella sin abusar en exceso. En este momento hemos de vigilar bastante por donde pisamos y no descuidar la concentración; a la vez que estamos fortaleciendo los tobillos, podemos descuidarnos y lesionarnos en una mala pisada. Hecho esto de buena manera contribuiremos a fortalecer tobillos, trabajando la propiocepción y realizando un entrenamiento con una intensidad muy alta que subirá bastante nuestras pulsaciones. Correr descalzo no es contraproducente mientras no se abuse: todo con equilibrio es mejor. Esta bien para conocer nuestro cuerpo, ver su comportamiento y sentir sensaciones nuevas, pero todo con cuidado: el invento de las zapatillas no resulta una mera casualidad. Preparadas para amortiguar y estabilizar el pie, evitan más lesiones de las que podemos imaginar.
Correr descalzo, como todo en la vida: sin abusar
A la hora de correr por la orilla no debemos excedernos ya que hemos de contar con la inclinación de la misma que no resulta muy conveniente si se abusa demasiado. Al contrario que en la arena, por la orilla lograremos alcanzar más velocidad. Vigilaremos no obstante pequeñas piedras o conchas que puedan lastimar la planta del pie, que aparte estará ligeramente reblandecida por el agua.
Para finalizar, y ya que terminaremos relajándonos dentro del mar (yo por lo menos), si es posible, nos meteremos gradualmente, para adaptar poco a poco al cuerpo a la temperatura. Con el agua hasta la cintura o por debajo de ella, el trabajo será ideal para potenciar los cuadriceps al tener que luchar contra la resistencia acuática para levantar las piernas y avanzar.
No nos olvidemos del relax y disfrute de quedarnos relajados al final dentro del agua: trabajo hecho y recompensa nunca mejor merecida.
Por cierto: ¡aplicaros un poco de crema protectora para el sol!
Gracias Juanqui, tus consejos son muy acertados y es importante ponerlos en practica en veranito...
ResponderEliminarLe he mandado tu blog a Arantxi...
Un saludo
Quique