Y desde septiembre, iba cumpliendo, día a día y semana a semana el nuevo plan de entreno, sin duda, el más metódico, "sencillo" y con mucha medida para no pasarnos. Y de la manera más tonta y no corriendo, yo, el chico que corre y nunca se lesiona, pues eso, me lesiono. Algo en la rodilla me interrumpió un grandioso jueves que auguraban buenas series de mil en el bosque de Valdebebas con Fran, Antonio y Schumy. Lo único que pude hacer tras el calentamiento fue irme a casa, que me tratará Carol con su magnifico shiatsu del que hablaré más adelante dedicando una entrada y reposar. Reposar días y días, suplicando al cielo poder correr la Vallecana aunque estuviera fuera de forma. Auguraba una buena marca cercana a los 36:30 o menos pero tan solo me conformaba con correr de algún modo esa noche mágica que ya, después de unos 13 años no dejaba de correr.
Y de algún modo, el 31 a las 16:30 me encontraba en Concha Espina, ataviado con mis Nike Vaporfly y totalmente fuera de forma pero agradecido por poder correrla.Con Fran y Lau, Schumy y Dani y todos los Lunes de Recuperación, mientras Dj Nano pinchaba Every time we touch, mi corazón bombeaba adrenalina a chorros. Podría definir perfectamente mi carrera como "Salí, sonreí y llegué a meta". Porque en el fondo fué así. Tras el pistoletazo de salida salgo controlando con mi rodillera en la pierna izquierda asombrosamente respondiendo bien pero con el miedo en el cuerpo, temiendo que en algún momento tuviera que parar. Carol y mi padre aguardaban en meta y mi cabeza no imaginaba los pensamientos que mi chica podía estar barruntando. Kilometro a kilometro revivo cada momento de cada año, disfrutando a tope. Atravieso Serrano hacia abajo y me acuerdo mucho de Tío Mario como siempre. Hablamos mientras avanzo e intercambiamos palabras sobre Tía Vane. Gracias Cuñí por seguir cuidándola y hacer que siga adelante, ella es muy importante para nosotros.
Podría decir que estaba disfrutando más que nunca, estando fuera de forma, con la rodilla hinchada... ¿irónico verdad? Pero más que nunca pude sentir esa gratitud de dar zancada tras zancada, de sonreír con cada inspiración. De sonreír al ver a Juan Carlos de Los Lunes con Mario y Helen animando al llegar a la Puerta de Alcalá, ¡qué subidón! ¡Y qué fotón!
Al bajar Recoletos me encuentro con Alberto Ramos y su hermano, ¡que alegrón! y al pasar al final de esta calle me viene a la cabeza mi hermana Laura, que a pesar de no haber podido venir a ninguna San Silvestre siempre y por alguna extraña razón de mi cabeza que desconozco, la he ubicado en este punto. Y nunca se lo he dicho y quizás se entere leyendo estás líneas. Toda mi musculatura inferior empieza a denotar cierta fatiga producto de casi el mes de inactividad. Aguanto. El disfrute me ayuda a ello.
Pasan ritmos entorno a 4:00 min/km y alguno de 3:50 que me causan un vértigo casí adictivo. Mi cuerpo desea más pero en el fondo no puede. Una sensación de lo más loca. Así que bajo el pistón porque no quiero arriesgar. Y menos mal, porque pasado el kilometro 7 mis piernas dicen que no están para esas velocidades. Normal, casí un mes parado acarrea lo suyo. Aguanto como nunca mezclando esa pesadez con la alegría y gratitud de estar allí corriendo junto a 41.000 personas más. Afortunado. La cuesta se hace difícil, pero recuerdo mi tesón en años anteriores subiéndola, manteniendo ritmo e incluso subiendo un pelin y junto a los ánimos de la gente tiro para arriba mientras infundo aliento a algún corredor con el que me cruzo. La rodilla aguanta.
Giro a la derecha y visualizo el paso del kilometro 9. ¡Vamos! Sé que queda poco, visualizo a Carol y mi Papi y aguanto mientras me doy cuenta de que voy sub 42, no estaría mal asegurar cajón para el año que viene. Y tiro y tiro. Y el globo queda atrás. Y mientras avanzo por Martinez de la Riva y llego a la Calle diligencia miro hacia donde se pone Carol año tras año. ¡Y está cortada! Las obras del Bernabéu hicieron adelantar la salida unos metros hacia delante y reubicar el final de la carrera. Tan solo alargando al siguiente giro a la derecha imagino que Carol estará allí. ¡Vamos! me grita al unísono con mi padre y con Paco el padre de Fran. El subidón e impresionante y eso que probablemente vaya en uno de los tramos mas lentos de mis carreras. Da igual. La pasión y el disfrute lo ignoran todo y me hacen subir el ritmo para acelerar en meta y lograr un 41:46 a ritmo de 4.10. La sonrisa me recorre de oreja a oreja. ¡He podido correr! Al final todo se resume a eso, a algo básico. Si algún día te puede la presión por algo como esto, hecho para disfrutar, recuerda porque lo haces. En el fondo todo se resume a eso y es lo que más tira para delante. Porque podía haberme ahorrado todas estas líneas de sentimentalismo y pasión (cada entrada del blog lleva ambas) y haber puesto sin más que "salí, sonreí y llegué a meta".