¡Sorpresa!
Nada mejor que irte de vacaciones y encontrarte una carrera muy cerquita de donde te encuentras alojado. La verdad que la carrera me la descubrió Schumy aún cuando estábamos en Madrid. Así que no tardé mucho en inscribirme, 4 € de nada tienen la culpa, así que agradecer a la organización a priori el modesto precio: organizaciones en Madrid, tomad nota.
Disfrutando con mi "socio" en la playa |
El apoyo y la "energía" de los amigos |
Cuenta atrás para la salida y nos lanzamos a la carrera. Salgo un poco a trompicones por no haberme colocado en el sitio adecuado pero tras unos 200 metros me coloco muy cómodamente entre los 20 primeros de cabeza. No me siento nada mal a pesar del calor y la humedad. Un corredor comienza a escaparse con velocidad y trato de buscarme un hueco aislado y ponerme a mi ritmo, se que los primeros kilómetros me generan un poco de estres hasta que el cuerpo se habitúa al ritmo. Poco a poco voy avanzando y me pasan un par de corredores mientras el grupo de cabeza se me aleja un poco: noto que es el comienzo de temporada y es que empiezo a sufrir un poquito antes de lo normal. Apenas han pasado los 4 kilómetros de 8 a completar.
El recorrido es a lo largo de la localidad de Piles y la verdad, bastante bien diseñado. Al paso por el avituallamiento señalo con una sonrisa a uno de los chicos que sostienen las botellas para señalarle que se la voy a coger a él. Doy un trago y doy una sacudida de la botella en cada una de mis piernas para acabar tirándome un poco en plena cara, ¡qué calor! Me pasan cuatro corredores mientras les ánimo, "¡vamos máquinas!"
La carrera se me hace larga, pero trato de animarme con los pensamientos positivos, son ellos los que logran potenciar todo lo entrenado de cara a la carrera. Así que por mi cabeza pasa como siempre la imagen de Carol, de Athos y esta vez alguién nuevo: nuestra galguita Jara, que en breve estará con nosotros también me anima a seguir. Nos acercamos al mar. Es curioso como se vuelve uno de primario en estas situaciones, buscando conceptos sencillos pero que a la vez son la base de nuestra felicidad. Empiezo a tirar más y me voy con otro corredor que iba a pasarme. La organización se ha currado una manguera elevada sobre unos tres metros sobre el suelo que pulveriza agua para refrescar a los corredores: gran detalle.
Subimos a través de unas pendientes de un parque para dirigirnos directamente al paseo marítimo, la parte quizá más bonita pero en la que yo al menos llego un poco tocado. No obstante saco fuerzas y adelanto al corredor con el que iba mientras le animo a seguir. Voy tan al límite, que sumado al calor hace que se me pase por la cabeza la idea de parar. No, no, no.
El paseo marítimo está abarrotado de gente y trato de coger sus ánimos y transformarlos en energía positiva para mover aún más la maquinaria. Hace efecto. Tiro un poco más, y eso que aún faltan dos kilómetros: se me está haciendo eterna esta vez.
Poco a poco trato de vislumbrar el circuito buscando la recta final, algo que no suelo hacer...
Aguanto como nunca hasta ahora y girando a la derecha veo la recta de llegada: ¡son por lo menos 400 metros! Subo el ritmo un poquito pero guardándome el último cambio para el final. Voy mirando a la derecha y distingo a lo lejos a Carol. Según me acerco oigo los gritos de Vane y los ánimos de los demás. Empiezo a esprintar mientras adelanto a otro corredor animándole a seguir. Faltan 150 m y antes de pasar al lado de Carol alzo el brazo en señal de satisfacción completa y con una sonrisa de oreja a oreja por haber aguantado cuando creía que no podía más: 30:50 y en 38º posición.
¡Sprint positivo! |
La manada mejor, unida (¡nos falta Jara!) |
La temporada no ha hecho más que empezar.