Título curioso el de esta entrada ¿verdad?. Pero no es un truco para atraer la lectura de los menos asiduos lectores. Es toda una verdad bastante escondida.
¿En serio no puedes creer que haya una fórmula mágica para este maravilloso mundo que es correr? Claro que la hay, y los atletas que más han profundizado en lo más recóndito de sus mentes (y de su corazón) la han encontrado. Y no por ello han de ser gente de la élite ni mucho menos. El verdadero éxito de correr no son las medallas, sino encontrar la felicidad escondida dentro de nosotros mismos pugnando por salir y que escapa a borbotones por cada poro de nuestra piel si sabemos disfrutar de lo que hacemos.
Todo esto guarda cierta relación con una entrada que escribí el año pasado acerca de que era más importante, si el cerebro o el corazón.
¿Aún sigues sin creértelo? En verdad aquí no hay truco escondido y se puede afirmar que existe una Fórmula Mágica para correr. Pero como decía Keith Dowling, "...claro que hay una fórmula mágica, lo que pasa que la magia es diferente para cada uno".
Esta frase ya la tenía muy interiorizada y de hecho la grabé de manera personalizada en la camiseta que utilizaría en la San Silvestre del 2012 logrando mi MMP hasta esa fecha. Aún recuerdo las enormes mofas sanas por parte de algún que otro compañero, diciéndome la pastelada que llevaba escrita a la espalda. Pero es que ese "azúcar" con el que a más de uno se le caerían los dientes, para mí significaba el elixir especial para llegar a meta. A día de hoy seguimos soltando el tema de "La Fórmula Mágica" de vez en cuando. Yo siempre lo tengo en la cabeza.
Y aquí hay mucha verdad escondida tras una palabra un tanto enigmática. El resultado de una prueba no es definido por un entrenamiento clave, ni siquiera por dos ni por tres. Ni por todos. Tampoco por la dieta que puedas cuidar de forma casi perfecta. ¿Quizás por el descanso? No, tampoco. Y es que al final el resultado de una carrera viene definido por todo un cúmulo de cosas sumadas a un buen entrenamiento, dieta o descanso. Aún así, a todo este completo "menú", le falta un aderezo que lo convierte en especial y hace según se aplique, que nos vengamos arriba o sencillamente, nada. Esta especie de "filtro" que es el que decide la catársis que ha de contribuir al resultado final es la Fórmula Mágica.
¿Cuál es el secreto? Qué para cada uno es diferente, siendo uno, varios y diferentes motivos para cada atleta los que nos llevan más lejos de lo esperado, más allá de los límites establecidos. Puede ser alguién o tan solo un motivo, puede ser personal, pero si hay una cosa cierta es que bien aplicado, imprime una fuerza que desconocemos y que solo sale a relucir en ocasiones especiales en las que parece que lo necesitemos. ¿Cuántas metas cruzadas con esa Fórmula en la cabeza? En más de una he visto corredores llegar y escucharles decir al entrar: "¡va por tí, mamá!", "Sí lo conseguí". Los motivos son variados pero nos llevan bien lejos. Todos los tenemos (¡Potro, tu también!)
No puedo evitar el describir aquí cual es la mía: mi manada. Comencé corriendo y llevando a Carol en cada kilometro, mientras ella "tiraba" de mí y me ayudaba a llegar con fuerza a la meta. Y con el paso del tiempo, esa fórmula mágica pasó a ser mejorada al añadirse Athos y Jara, mis "socios", mis peludos. Ellos me enseñan y me dan energías en cada zancada de cada carrera y de cada entreno. A día de hoy no faltan en ninguna escapada.
Estoy convencido al 100% de que todos tenemos esta Fórmula Mágica, solo hay que encontrarla y saber utilizarla (y dosificarla).
Y tú, ¿cuál es tu Fórmula Mágica?