Al final se me va el año y no la cuento. Así que, ahí va.
Con más ganas que nunca (posiblemente) me presente en la línea de salida de Concha Espina, en la que para mí es La Carrera Más Especial del Año. También la más cara. Cada año al organizador se le va más las manos inflando el precio y se acabaron esos tiempos en que las inscripciones duraban escasas tres semanas. Una pena.
Así que allí, con la ya no tan sorpresa de Carlos Barco y con Schumy, Raúl, Fran y Lau (echando de menos al resto de Madrugones como Nacho y Tony) estábamos ansiosos por el disparo de salida. Y siempre llega, más tarde o más temprano siempre llega.
Salgo lanzado con Schumy y Carlos a ambos lados y disfrutando, este año si, de poder ir a darlo todo. Ascendemos la cuesta y al rato de trazar el peligroso giro a la derecha, mi Garmin marca el primer kilometro a 3:39, vamos bien.
Tratando de encontrar "mi sitio" entre la tremenda afluencia de corredores y pese a mi buena posición de salida, me hallo cruzando toda la calle de Serrano buscando un hueco. Rememoraría tiempos atrás cuando tuve que salir durante unos metros por la acera de la misma calle pasando por detrás del público tratando de poder correr algo más cómodo. Atravieso la recta larga que dibuja la calle mientras mantengo un ritmo de 3:28, algo más rápido de lo que debería y agradecido de estar allí, pensando en los míos. Mi mente imagina a Carol y a mi padre como siempre en la curva de llegada a meta gritando como locos.
Serrano va cayendo y empiezo a vislumbrar la Puerta de Alcalá mientras mis ojos no dan para ver a Schumy ya. Pienso que Raúl irá muy cerquita de mí a pesar de haber salido algo más atrás y deseo que esté disfrutando.
Puerta de Alcalá mientras busco a Mario y a Helen y a mi tocayo Juan Carlos, donde habitualmente se ponen pero, o no estaban o la cantidad de gente allí reunida hicieron imposible localizarles. Desciendo hasta Cibeles llevando un ritmo ligero y con unas sensaciones muy buenas. Allá por ese punto "curioso" en donde siempre ubico a mi hermana, pienso en ella y en Alberto, como si estuvieran animando igualmente. el ritmo ha bajado a 3:40.
Paso Atocha tratando de aguantar y dejándome caer por el pequeño desnivel, sabiendo que luego aguarda la cuesta de la Albufera, con todo su peso. Los ánimos del público son increíbles y lo que ayudan. Por una extraña razón mi cabeza imagina a Carlos en meta, animando a Papá, a pesar de que se que no habrá ido, ya que su culo inquieto dificulta esa logística en la concurrida zona. Pero aún así, mi mente sigue dibujándolo. ¡Ay, Universo!
Llega La Cuesta de la Albufera con "las rebajas" y los bufidos de algunos corredores. La he subido tantas veces ya, que quizá la experiencia de aquello resulta de gran ayuda y como jamás lo hubiera imaginado. Así que sin pensar mucho en aquello, no miro hacia arriba y sigo braceando y corriendo. Y pensando en Carlos. En casa con Abu Flori. Y lo que me gustaría verle en meta. La Cuesta se va a acabando y los corredores empezamos a girar hacia la derecha con una pequeña bajada en la que incremento el ritmo, a pesar de la factura que ha pasado La Albufera por mi Garmin y por mis piernas. pero ya se que queda poco. Y que Carol y mi padre esperan en meta y que también me ilusionaría mucho ver a Carlos por allí.
Avanzo por la Martínez de la Riva con lo poco que me queda y a lo lejos veo la curva donde se ubican los míos. Allí le veo, con alguien más, menudo palpito el mío... ¡Carlos está con ellos! Menudas sorpresas me reserva Carol. Me acerco a ellos para saludarles y sigo como una bala, apoderado d toda la adrenalina de mi cuerpo, encarando la subida final que se me atraganta como nunca.
36:50 de tiempo total con una media de 3:41 min/km. Despido el año feliz y muy orgulloso del trabajo bien hecho.