Tenía muchas ganas de carrera. Llevaba casi un año sin competir. Y en este año parecía algo totalmente imposible viviendo el panorama que tenemos. Eventsthinker, organizadores de eventos deportivos, había realizado algún cross pero no terminé de lanzarme. No obstante, en uno de los entrenos, Schumy me hablo genial acerca del protocolo que estaba siguiendo Eventshinker y que estaba dando muy buenos y satisfactorio resultados. Así que me inscribí en la distancia de los 5 km de la Carrera Vuela, contra la Violencia de Género, cuya recaudación iba destinada para combatir esa lacra de la sociedad que lamentablemente nos acompaña. La noche anterior sentí ese hormigueo de carrera previa, tan especial como hacía casi un año en la última competición. Mi ropa y mis Nike Zoomfly descansaban a la espera.
Allí, domingo 22 de noviembre, me presente junto a mi Padre (gracias por la logística y todo el apoyo como siempre) en la carpa que me correspondía para recoger mi dorsal (previamente había recibido un email con toda la información e instrucciones a la hora de seguir dicho protocolo de seguridad) y a la hora indicada para evitar aglomeraciones. Me tomó la temperatura Cellou gran amigo y persona que andaba por allí echando un cable. Recibo un sobre cerrado con mi dorsal/chip y otro con una mascarilla para tener al inicio de la prueba y de la que me puedo deshacer en caso de que quiera correr sin ella. Por allí veo a Darío, Diego y bastante gente conocida. La línea de salida es una inmensa cuadricula de conos perfectamente alineados y separados por una distancia de seguridad en la que cada uno contiene los números de los dorsales. Ubiqué donde estaba el mío para colocarme en su momento y me dispuse a calentar. A menos de 10 minutos de la salida y desde megafonía, Luis Blanco informaba de la necesidad de colocarse en los conos a todos los participantes. Una vez colocados, cerca de mi amigo Mario, Sergio y Jose, llegada la hora se inició la salida. Los cuatro primeros salieron disparados y cada 5 segundos saldrían los siguientes cuatro. Cuando te encuentras en las segunda fila, a unos 10 segundos de salir, tienes colocados a ambos lados unas papeleras para tirar la mascarilla y estar listo a la salida. Mano en el Garmin y...¡Salimos!
La emoción de correr me invade y con mi propio ritmo, empiezo a "trabajar". Me iría acercando progresivamente hasta coger a mi amigo Mario más o menos a la altura del primer kilometro donde nos animamos y tiramos juntos. El circuito (todo asfalto) pinta fácil de momento pero somos conscientes de que la mitad será todo lo contrario. Vamos en bajada con un ritmo cercano a 3:30 min/km y se nota. No sería obstáculo para sonreír, presa del disfrute y adrenalina surcando cada rincón del cuerpo. Al final de la bajada comienza el desvío del resto de distancias y nos unimos a Sergio. Tiramos los tres unos metros y antes de iniciar la subida, Mario, cual cohete, empezó a aumentar ligeramente el ritmo (jamás le había visto tan en forma y corriendo tan bien), lo suficiente como para despegarse algo de mí y más de Sergio. Íbamos ya lo bastante rápidos y no me ví con fuerzas de seguirle. Pero inconscientemente me mantuve cerca. Ascendimos al tran tran adelantando un par de corredores y animándoles mientras veíamos como el último kilometro pasaba a nuestro lado. Al acabar la subida me hallo pegado a Mario y le animo mientras hacemos la rotonda que uniría con la recta de meta, unos 500 m para el final. Meto una marcha más a sabiendas de que me quedan fuerzas para mi clásico apretón final (lo que mi amigo Fran denomina "siempre queda algo en el sótano") y le adelanto arengándole de que me siga y tiremos juntos. Aprieto un poco más y como siempre por la cabeza, la idea de si no habré iniciado muy pronto el sprint. Aguanto y aguanto mientras disfruto. Mentiría si dijera que en mitad de aquel esfuerzo, quizá el más grande de la carrera no disfruto como un niño. Y es ese niño que aún llevo dentro el que no deja de sonreír, mientras oigo en mi cabeza a Carol y Carlos diciéndome "¡Ánimo Papá, tú puedes!", lo que me hace apretar aun más hasta que cruzo la meta eufórico mientras la organización pendiente me entrega otro sobre con mascarilla y medalla conmemorativa muy original con logo de la carrera. Entro con 18:08, 8º puesto y 7º de mi categoría. A los pocos segundos Mario y Sergio.
Chapó por la organización. He quedado alucinado al ver que se pueden seguir haciendo cosas, con cautela y precaución pero vaya, muy bien hechas. Gracias Jose Manuel y Alejandro por seguir dándonos la oportunidad de poder disfrutar con el deporte, algo tan necesario en estos tiempos y ahora aún más.
Sin duda, la idea será repetir con Eventsthinker, por lo bien organizado y el como se llega a palpar el trabajo bien hecho, con pasión y ganas.